Hoy, 8 de marzo, celebramos El Día Internacional de la Mujer, así que hemos estado rebuscando en la bibliografia para recordar recordar cómo las mujeres se abrieron paso en el mundo de la odontología. Evidentemente nos hemos encontrado con que, durante mucho tiempo, la odontología fue considerada una profesión exclusiva de los hombres. Hasta hace bien poco, la mayoría de los dentistas eran hombres y las mujeres ejercían de asistentes dentales.
MUJERES PIONERAS EN LA ODONTOLOGÍA: Lucy Beaman Hobbs Taylor, en estados Unidos y Francisca García, en España En 1866, Lucy Hobbs fue la primera mujer en obtener un doctorado en Cirugía Dental en Ohio. Su éxito animó a otras mujeres a ingresar a las facultades de odontología, pero su propio camino hasta ese grado fue largo y difícil. Estaba decidida a «tener una profesión en la que podía ganarse el pan no solo con el sudor de su frente, sino también con el uso de su cerebro». La primera mujer conocida dentro del mundo de la odontología en España fue María Rajoó (1800), practicó la odontología en Madrid y se convirtió en la primera mujer dentro del territorio nacional. Tras María Rajoó llegaron otras mujeres de gran importancia como Manuela Aniorte y Parades de Sales. Pero fue Francisca García la primera mujer española que logró el título de cirujano-dentista. Un título que nació en 1875 y que Francisca consiguió en 1877. En 1883 el Rey Alfonso XII autorizó a las mujeres a ejercer la profesión de cirujano- dentista en las mismas condiciones que los hombres y en 1901, se fundó la titulación universitaria de odontología. La primera mujer española en conseguir este título fue Clara Rosas. Ejercía en Barcelona y en 1908 se convirtió en la primera odontóloga de España. Desde entonces, el papel de la mujer en la odontología ha sido fundamental y actualmente el 56% de los dentistas españoles son mujeres.
CÓMO SE ABRIERON PASO LAS PRIMERAS DENTISTAS ESPAÑOLAS Las primeras referencias del ejercicio de la profesión por parte de mujeres las encontramos como ayudantes de sus esposos, eran las “compañeras del sacamuelas”, que habían aprendido el oficio, sobre todo en cuanto a la limpieza de la dentadura y a la prescripción de enjuagatorios y dentífricos. Cuando quedaban viudas intentaban continuar el oficio, como sucedió con la viuda de Don Ventura de Bustos que presentó instancia al rey Fernando VII para ser Dentista de Cámara de las Augustas esposas de la Corte de Madrid.
NO ESTABA BIEN VISTO Teniendo presente que el papel de la mujer en el siglo XIX se reducía a ser madre y buena esposa, el trabajo o el estudio se le consideraban impropios. Las propias famílias eran las primeras en oponerse a que sus mujeres salieran al mercado profesional. Así que ni los centros de enseñanza estaban pensados para ellas, ni los centros sanitarios les permitirían ejercer la profesión. En la literatura de la época podemos encontrar frases como éstas: “Pues Dios no las dotó del ingenio que piden los negocios mayores, ni de fuerzas,….“….las que son menester para la guerra y el campo, mídanse como lo que son y conténtense con lo que es de suerte y entiendan en su casa y anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola” …de Fray Luis de León Un largo camino, sin duda, para conquistar derechos vetados a la mujer simplemente por el hecho de serlo. En el siglo XX aún se continuó arrastrando esa mentalidad que les impedía el acceso a la Educación, y aunque hubo un alza de mujeres universitarias, pocas eran las que ejercían su carrera después de licenciarse. Les estaba vetado todo tipo de enseñanza que no fueran las propias de su sexo: cómo criar los hijos, llevar una casa, preparar la comida, limpiar la casa o mantener la ropa y, sobre todo, a cuidar de sus esposos, en una sociedad católica, conservadora y patriarcal. El estudio de la anatomía por parte de una mujer se consideraba vergonzoso. Y como las mujeres eran frágiles no tenían la fuerza física para ejercer la “dentistería”. Se les negaba, de esta forma, la habilidad técnica y la posibilidad de obtener conocimientos mecánicos para la realización de prótesis.
DECIDIDAS Y PERSEVERANTES: LAS PRIMERAS DENTISTAS ESPAÑOLAS Pese a tantas oposiciones, nos encontramos con la lucha y perseverancia de mujeres como Doña María Rajoo, la primera mujer que empezó a ejercer como dentista en España (1800). A la que siguieron: Norberta Murga (1837) Teresa Martínez (1843) Polonia Sanz (1849) Manuela Aniorte y Paredes de Sales (1850) Antonia Infante (1850) Carolina San José (1851) María Janini de Pastor (1879) Polonia Sanz y Ferrer, fue una de las pioneras en la odontología mundial, al obtener la certificación oficial en el año 1849, autorizada por la Academia de Medicina y Cirugía de Valencia, para ejercer la profesión dental, después de reiteradas instancias a S.M. para ser admitida en la Universidad de Valencia. En la concesión se restringía su profesión en el ejercicio quirúrgico en el que debía estar acompañada de un facultativo. Manuela Aniorte y Paredes de Sales, fue también autorizada y reconocida oficialmente por la Universidad de Valencia, después de quedar viuda de su marido con quien ejerció la profesión. Fue, además, la primera persona y mujer en España que pide al Gobierno la instauración de la Enseñanza Oficial de la Odontología.(1871) Doña Francisca García, en 1878, obtuvo el titulo por el Colegio Español de Dentistas de Madrid, siendo la primera mujer legalmente capacitada para ejercer. En 1948 se produjo el cambio de Escuela de Odontología a Escuela de Estomatología, con los títulos de Licenciado y Doctor Médico-Estomatólogo. Fue Elena Barbería la primera mujer española en alcanzar una Cátedra en Escuela de Estomatología, con lo que la mujer entra así con pleno derecho en la especialización de esta carrera y de esta profesión.
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